
Lastanosa reunía en su casa-museo un importante cenáculo literario y artístico. El palacio del prócer oscense, que fue visitado por Felipe IV, era conocido por sus exquisitos jardines, por una estupenda armería, por la colección de medallas y por una magnífica biblioteca. En 1639 llegué a
Zaragoza, nombrado confesor del virrey de
Aragón Francisco María Carrafa, duque de Nochera, con quien viajé a
Madrid, donde prediqué. No obstante, mi estadía en la Corte fue desalentadora, pues, aunque aspiré a medrar entre la república literaria de la capital, mis ambiciones se saldaron con un franco desengaño. Con todo, publiqué allí mi segunda obra (El político , 1640).
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